En muchas ocasiones, los papás nos preguntáis por las alteraciones de sueño de vuestros pequeños. En este post vamos a contaros qué son las pesadillas y qué son los terrones nocturnos, y como afrontar ambos.
Terrores nocturnos
Algunos niños a partir de los 2-3 años y después de dormir una o dos horas, pueden levantarse bruscamente y comenzar a gritar como si les estuviera ocurriendo algo horrible. Al acercarnos a ellos, veremos a un niño pálido, dormido, con los ojos cerrados y puede ser que esté sudando o en estado de agitado. Además, sabréis que se trata de terrores nocturnos porque ocurren durante la primera mitad de la noche.
¿Qué podemos hacer cuando esto ocurre?
Es mejor no despertarle cuando le esté ocurriendo uno de estos terrores, porque además, seguramente el niño no recuerde nada de lo sucedido y al despertarse vería a unos padres muy preocupados en su cama y no sería positivo para volver a conciliar el sueño. Podéis quedaros al lado de la cama vigilando únicamente que no se caiga de la misma. Duran entre dos y diez minutos. Y suelen ser por temporadas, y remiten de forma espontánea. Lo normal suele ser que ocurran de dos a tres veces por semana, si la frecuencia es mayor o ocurrieran varios episodios en una noche, podéis consultarlo con el pediatra.
Las pesadillas
Son otra de las alteraciones de sueño a la que se ven expuestos los niños a partir de los dos años aunque se producen normalmente más cerca de los tres años.
A diferencia de los terrores nocturnos, los niños sí recuerdan lo vivido durante el sueño y les provoca miedo e inseguridad al recordarlo. Otra diferencia con los terrores es que se suelen dar en la segunda mitad de la noche, cuando casi está amaneciendo.
Al poder relatar el niño lo que le ha provocado el miedo, los padres si pueden ayudar a enfrentarse a ese miedo con medidas “mágicas”, como puede ser un spray anti mounstruos que esparcimos por la habitación, dejarle una luz encendida, darle un muñeco protector para que le ayude en caso de necesitarlo, o la que mas me gusta, coger al mounstruo de la oreja y tirarle por la ventana.
Os recomiendo, que en estos casos no llevéis al niño a vuestra cama, porque entonces, al niño le dará únicamente seguridad teneros al lado para que le protejáis.
Ambas circunstancias son parte de un proceso normal de desarrollo del sueño y no podemos hacer nada para que no ocurran. Sabemos que para vosotros, en ocasiones, se hace un poco difícil conciliar las malas noches con el rendimiento del día siguiente: Cansancio acumulado, irritabilidad, falta de concentración…
Pensad que se trata de un proceso temporal y que tiende a desaparecer. ¡Mucha paciencia!
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Joaquin
Interesante. Nos ha venido bien y despejado muchas dudas. Muchas gracias.
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