¿Cómo enseñar a los niños a desarrollar una buena actitud ante los problemas?

Carlos llega a casa muy desanimado del colegio, otro suspenso en matemáticas, “haga lo que haga siempre me van a quedar las mates”  dice muy triste.

Cuando hablamos de “actitud” nos referimos a la manera en la que nos enfrentamos a las circunstancias de la vida. En este caso, Carlos, ha asumido la actitud de “víctima”, de falta de control total sobre su problema.

En este post me gustaría hablaros de una actividad idónea para niños a partir de 6/7 años, dependiendo de la madurez de los niños. Las actividades que fomentan el desarrollo de una buena actitud en los niños pasan por hacerles  CONSCIENTES de su parte de RESPONSABILIDAD en la situación.

Hablamos de responsabilidad  (no de culpa)  y nos referimos a la parte que directamente influye en lo que nos ocurre. Asimismo, hay siempre otra parte que NO es nuestra y no controlamos.

A los niños no les vamos a pedir todo ese proceso todavía, pero sí les podemos ayudar a hacer conscientes de acciones que hacen y que repercuten directamente sobre el problema de forma negativa o positiva.

El ejercicio que os quiero plantear es justamente hacer eso, enseñar a los niños a ver las situaciones desde ese punto de vista y desde el “qué puedo hacer yo para cambiar esta situación”. Este ejercicio se puede hacer desde los 7 años, dependiendo de la madurez del niño incluso antes.

Cogemos un papel y escribo por un lado la parte del problema que SÍ controla y por otro, la parte del problema que NO controla. En un principio, él no sabrá a qué te estas refiriendo y vas a tener que ayudarle a desmenuzar todas circunstancias de la situación.

Lo ideal sería que pudieras repetir esta actividad una o dos veces a la semana, para que el propio niño vaya interiorizando la actitud: “siempre hay algo en todas las circunstancias de la vida que yo puedo hacer”, aunque sea tener una actitud positiva y constructiva ante un problema.

En muchas ocasiones, los adultos, por intentar ayudar, nos volcamos y resolvemos nosotros mismos los problemas de nuestros hijos.  Tenéis que tener en cuenta, que sin querer, reforzamos actitudes que se van a interiorizar y generalizar a lo largo de su vida y no siempre va a ver una persona a su lado para resolverle los problemas.

¿Os habéis encontrado alguna vez personas que se quejan por todo, gruñonas? Son personas especialistas en ver lo negativo, lo que no funciona. Con este ejercicio buscamos instaurar una manera de ver las situaciones de forma positiva, de poder aprender sobre lo que ocurre a mis alrededor para aprender a hacerlo mejor la siguiente vez, de autoconciencia, intentando minimizar la actitud “victimista” y de “pobrecito de mi”.

Buscamos que el niño aprenda a deshacerse de ese “haga lo que haga nunca aprobaré las mates”, para hacerse con un “puedo intentar hacer las cosas de otra manera, porque esta situación lo requiere, y con las mates no me vale estudiar como con las otras materias, tengo que esforzarme mas”.

Le enseñamos así, que no todas las situaciones de la misma índole se resuelven de la misma manera. Aunque con lo que estudia normalmente, pueda aprobar bien las demás asignaturas, con matemáticas, tengo que esforzarme más y hacerlo diferente. Porque esa es la realidad, y se puede generalizar a diferentes contextos. Le enseñamos a adaptarse a las diferentes situaciones.

Para mí es importante que aprendan a hacer ese proceso, primero de forma explícita sobre un papel, y poco a poco, generalizarla como una manera constructiva de resolver conflictos. Con este ejercicio fomentamos el tesón, el no rendirse ante los problemas y desarrollamos la autoestima porque nos vemos con herramientas para abordar los problemas.

¡Espero que os sirva!