Aprende a elogiar a tu hijo para que generalice los buenos comportamientos

19 abril, 2016

Mucho se habla en Psicología sobre la importancia de reforzar a los niños y de decirles lo bien que hacen las cosas. Este post trata sobre eso, aprender a decir los cumplidos de la forma más efectiva… y es que la manera en la que se dicen las cosas importa. Es el “aspecto formal” de lo que decimos.

Un amigo mío está leyendo un libro que ayuda a mejorar las habilidades sociales, y entre otros aspectos, a realizar cumplidos a otras personas. Profundiza en el plano de la pareja y nos enseña habilidades sociales o cómo podemos hacer para que una misma frase suene lo mejor posible.

Un ejemplo, se refería cómo decirle a una mujer que la vemos guapa con un vestido que se acaba de poner. Si le digo: “¡Qué bonito vestido!”, hago hincapié en que lo bonito es el vestido, pero si le digo: “¡Cómo te realzan tus curvas ese vestido!”, el hincapié lo hago en la mujer, y seguramente que el segundo le haga sentir mucho mejor.

La manera en que decimos las cosas importa y el cuándo también.

Me refiero a que no decir cumplidos nunca a mi pareja, o en el caso que nos ocupa, los niños, provoca en el otro una falta de motivación por esforzarse. No olvidemos, que a todos nos gusta que se nos reconozca, o escuchar a los demás hablar bien de nosotros.

También pasa con el exceso de cumplidos. Cuando son muchos, dejan de tener valor intrínseco y la otra persona, deja de valorarlos.

corazónEs muy importante tener cuidado con la manera de decir las cosas a nuestros seres queridos, porque son los que están más cerca nuestra, y a los que más daño podemos hacer con nuestras verbalizaciones o nuestra manera de comunicarnos. Creo que si aprendemos a hacerlo bien, disfrutaremos todos más de la convivencia.

En Psicología llamamos a esos cumplidos “Refuerzos positivos” y diríamos que un refuerzo es toda aquella conducta que ocurre justo después de un hecho y provoca que este hecho se vuelva a repetir. Un ejemplo: si me percato que mi hijo de 9 años por fin ha dejado la toalla recogida en el baño después de ducharse, estaría fenomenal que se lo hiciera ver, pero depende de la forma que utilice, el niño lo percibirá mejor y lo repetirá en el futuro o puede que no vuelva a esforzarse por hacerlo bien.

Hay gente que utilizaría la ironía o el sarcasmo: “vaya hijo, ¿te has herniado o te ha dado un patatús por poner la toalla en su sitio?”.

También conozco a una persona muy cercana que utilizaría el hecho para volver a regañar por las veces que no lo ha hecho: “¿Ves cómo no te costaba nada hacerlo? Me tienes loca siempre detrás de ti recogiendo tus cosas, ya era hora de que te hicieras responsable”…

No sé si os resultan familiares estas contestaciones.

LOS ELOGIOS

Un halago es un halago, y no se puede usar para criticar, ironizar o echar en cara las veces que se ha hecho mal. Así nos garantizamos que no se vuelvan a repetir las conductas positivas que buscamos fomentar.

herramientas Vamos a desarrollar los puntos clave para reforzar a nuestros hijos y conseguir que se generalicen conductas positivas:

  • El refuerzo positivo funciona mejor si es inmediatamente posterior a la conducta que queremos que se repita.
  • Sed concretos. Especifica lo que quieres resaltar. Funciona mejor “esta tarde me has obedecido todo el tiempo, no has gritado ni pegado a ningún niño en el cumpleaños y cuando te he dicho que nos íbamos, no has rechistado ni me has puesto mala cara, estoy orgullosa de ti”, que un “te has portado genial esta tarde”.
  • Si tienes que regañarle, hazlo por su comportamiento, no por su persona. No le diremos a un niño que ha sido malo, pero sí que se ha portado mal (y le concretamos la razón).
  • Intenta NO usar los adverbios “siempre” o “nunca”, ya que desmoralizan a la persona que los recibe, cíñete a la conducta de ese momento.
  • Funciona muy bien decirle a otro adulto lo contenta que estás con tu hijo por algo concreto y que él te oiga, como si no supieras que te está escuchando.
  • Utiliza el sentimiento apropiado que produce en ti su comportamiento. Papá no se pone triste si el niño no come, Papá se enfada.
  • Acostúmbrale mejor a los refuerzos sociales (halagos, caricias, guiños) que los materiales (premios, chuches…), ya que los primeros refuerzan su autoestima mejor.
  • Pide perdón cuando te equivoques. Es una manera de decirle que le tomamos en cuenta y que nos importa lo que piensa.
  • Esfuérzate por estar pendiente de las necesidades que tiene tu hijo y refuérzale cuando lo necesite. Si está bajo de autoestima, tienes que saber que seguramente perciba su mundo sin control. Eso significa que atribuirá sus éxitos al azar o a la suerte (“aprobé el examen porque era fácil”), y sus fracasos se deberán a que no tiene capacidad para hacerlo bien (“he suspendido porque por mucho que me esfuerce nunca llegaré a aprobar un examen de matemáticas”).
  • En el entorno laboral se utiliza mucho el refuerzo tipo sándwich, en el que le decimos a otra persona algo positivo, seguido de lo que queremos que cambie y terminando con una frase motivadora. Por ejemplo: “cada vez tienes el cuarto más recogido, es verdad que aún te dejas algún zapato por medio, pero se nota que te estás esforzando por hacerlo cada vez mejor”.

Espero que os sean de utilidad estos consejos. A mí personalmente, ser más consciente de lo que digo y cómo lo digo, me ha ayudado a relacionarme mejor con mis seres queridos.

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